EL ALTAR



La palabra altar viene del latín y significa alto, así que probablemente revela la primacía de las cumbres de las montañas como espacios sagrados; técnicamente, describe un lugar donde llevan a cabo ofrendas o sacrificios.
Durante millones de años las personas han  buscado atraer lo divino o lo sobrenatural a un tiempo y un espacio humanos por medio de un simple acto; la construcción de un ALTAR. Tanto entonces como ahora, el altar puede ser tan sencillo  o tan complicado como su constructor desee. En tiempos pasados se construían alatares por encargo de los reyes y ricos de la sociedad, y estos eran construidos con maderas de ébano y cedro, y con oro, plata y piedras preciosas, se les ponía las mejores telas. Cuando ha dependido de los humildes los altares no han resultado menos eficaces para enriquecer la vida espiritual cuando se han realizado en trozos de madera y simples retazos de telas, y se han adornado con pequeñas ofrendas de frutas, flores silvestres y piedras recogidas en la naturaleza.

Si echamos una ojeada a la casa, seguramente veremos que, aun sin ser conscientes de ello, habremos dispuesto las cosas que poseemos no solamente por su aspecto sino por lo que significan para nosotros. Tómese un momento para pensar en ello, probablemente descubrirá que ciertos objetos o lugares de su hogar le hacen sentir mas cómodo o vigorizado, o más en contacto consigo mismo. La construcción de un altar es el siguiente paso de la conciencia.
Lo que decidimos no colocar en nuestros altares nos da tanta información como aquello que si ponemos.
El mismo acto de crear un espacio sagrado nos hace espiritualmente receptivos a lo sagrado, aparte de ofrecernos un lugar físico para rezar, meditar o realizar rituales.
Los primeros espacios sagrados de la humanidad no fueron, hablando con propiedad altares, si no lugares que ya se sabía que eran sagrados, donde se percibían intensamente la presencia de lo sobrenatural o de una deidad y donde, como resultado de ello, se llevaban a cabo ritos y ceremonias. Muchos de estos lugares sagrados se encontraban sobre picos elevados, cerca del agua y de arboledas, o en las profundidades de la tierra, en cuevas y cavernas. El paisaje y el espacio eran sagrados por que manifestaban el espíritu divino, un hecho que se concreto con las ceremonias y ritos de la antigua Grecia y roma así como también los chamanes que se llevaban a cabo al aire libre: la idea de que hace falta un edificio o construcción- una iglesia o un templo- para tener un lugar más sagrado es algo mucho más reciente.
Queda bien patente que crear un altar no es como decorar, es una búsqueda del significado o un proceso de descubrimiento de aquello que para nosotros tiene significado.
Proceso es otra palabra que pertenece a la construcción de altares, porque nos recuerda que hacer un altar literalmente implica dar forma física a la espiritualidad. Es una acción que expresa claramente el espíritu y la energía de un individuo, así como las necesidades de ese espíritu y esa energía.
La energía es otra parte importante de la creación de un altar. Muchas personas construyen altares y escogen su ubicación en la casa para dar energía a ese espacio para un propósito concreto.
Todo lo relativo a un altar es en definitiva personal. Aunque existen filosofas y escuelas de pensamiento para podernos guiar, así como símbolos tradicionales (chacras, o la cruz) Entre muchos otros no existen reglas fijas. La inspiración para construir un altar puede surgir por varias circunstancias.  
Los santuarios y altares personales no son iglesias, templos ni ashrams, por que estos son lugares de refugio aislados de las pretensiones, dolores y placeres de la vida cotidiana. Los altares domésticos están situados deliberadamente dentro de la vida cotidiana como una manera de impregnar lo cotidiano con lo sagrado
Traer lo sagrado a lo cotidiano, hacer un espacio para lo sagrado en la esfera domestica, se puede hacer de varias  maneras y puede responder a más de una necesidad. Hace ocho mil años, las mujeres y los hombres colocaban pequeñas figurillas de diosas en sus recipientes para el grano dentro de la casa, para que así nunca hubiera escasez de alimentos; actualmente, encenderemos velas y quemaremos incienso en algún estante de la casa que contiene una sola figura del buda, quizá la diosa kuen yin o la virgen María o cualquier imagen que nos agrade, para pedirles aquello que necesitamos en nuestras vidas.
El espacio que haya disponible, así como la conveniencia, puede que sean los factores principales que determinen donde decida colocar su altar o santuario; muchas personas simplemente escogen la habitación o zona de su casa donde pasan más tiempo.
Algunos de los autores o maestros que he tenido sugieren que como mínimo uno de los altares de la casa sea visible desde la cama, lugar de refugio, reflexión y calma para muchas personas, un punto donde podemos empezar y terminar el día.
Un espacio sagrado en la cocina, un gesto que nos hace retroceder varios milenios, cuando la cocina era el centro del hogar y el universo espiritual, donde se honraba a los dioses y a las diosas y donde el fuego se mantenía encendido.
Recuerde que la escala de su espacio sagrado depende totalmente de usted; no tiene  por qué ser ni muy grande ni visualmente perceptible para influir sobre nuestras vidas y nuestro bienestar.
Donde colocamos el altar y como lo orientamos es, naturalmente, un tema de decisión personal.  Pero esta decisión  se  puede ver influida por varias filosofías que se ocupan de cómo lo sagrado puede impregnar y reforzar tanto la casa como el altar que contiene.
Quizá la manera más sencilla de orientar su altar sea utilizando los cuatro puntos cardinales este, sur, oeste y norte. A  muchas personas les gusta esta idea simplemente por que conecta su espacio sagrado interior con el mundo natural exterior, así como el sol, la luna y las estrellas.
También se pueden crear altares para celebrar, solemnizar o marcar puntos de inflexión en la vida, para ayudar a aliviar la tristeza o el dolor, o simplemente para concentrar energía en una parte concreta de la vida que precise atención.

El altar del lugar de trabajo no tiene que ser muy grande para resultar eficaz. Deberá decidir de antemano si quiere responder a las preguntas de sus colegas le puedan formular sobre el altar o si quiere que se confunda de manera invisible con su entorno.
La creación de un espacio sagrado no tiene por que limitarse al hogar o la oficina, sino que se puede realizar en el mas provisional de los entornos. La diminuta escala de algunos objetos sagrados más antiguos de la humanidad nos recuerda que la idea de un espacio sagrado portátil quizá sea tan viejo como el mismo culto. Un altar portátil o de viaje puede ser la simplicidad misma: una imagen en una lámina o una estatuilla de pequeño tamaño, algunas piedras o un mineral, un trocito de tela. Una vez más, el antiguo impulso humano de crear un espacio significativo, para hacernos sentir espiritual y emocionalmente en casa allí donde vayamos, a veces revela mucho antes de que el individuo sea consciente del autentico significado de sus acciones.
La creación de un espacio sagrado nos ayuda a centrarnos y a tomar tierra, recordándonos quienes somos. No importa donde estemos.